Crítica: Savages – Adore Life

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Adore Life, el segundo álbum de Savages, simboliza la historia de cuando Ares conoció a Atenea. Con un punto más calculado y racional, pero igualmente potente, demuestra que el cuarteto londinense ha seguido perfeccionado durante estos tres años su post-punk hasta sincronizar de manera completa las formas con el contenido.

A nadie en su sano juicio se le debe haber ocurrido pensar que Savages, tras el aplastante éxito de su primer álbum Silence Yourself, iban a cambiar lo más mínimo su fórmula para una segunda entrega. Lo que sí cabía imaginar, por otra parte, es que fueran a dar otro puñetazo encima de la mesa. Y, efectivamente, ambas premisas se han cumplido con Adore Life. Utilizando las mismas armas punzantes, el mismo motor aullante, y un discurso si cabe más afilado y concreto, el cuarteto londinense liderado por la bella Jehnny Beth ha igualado, cuanto menos, el impacto de su primer álbum con un nuevo trabajo imperativo y letal. Un disco en el que abordan el amor como temática; el amor a la vida hasta sus últimas y sangrientas consecuencias: “Love is the answer / (…) What is the point / To cry for life / To cry about love”, declaman en la inaugural ‘The Answer’. Y lo hacen de la única forma en que saben hacerlo: apostándolo todo en cada acción, en cada canción; y fusionando las asfixiantes formas del mundo estético del post-punk, todo un ultimátum sonoro, con el contenido. Lenguaje y mensaje, unidos con el mismo fin.

El arte de la guerra

El disco, como ya sucedía con su debut, no tiene desperdicio alguno: es todo hueso, músculo y nervio, no hay una gota de grasa, y cada partícula de su morfología parece estar preparada para la batalla. Ya sea desde la posición agazapada de ‘Adore’, donde los silencios se cortan con espadas precisas antes de erguirse imponente, o desde el ataque a campo abierto de la implacable ‘Sad Person’. En total son 10 fórmulas para la lucha, todas igual de efectivas, pero que en su conjunto nos remiten a una banda con más recursos de los que quieren mostrarnos; con una cara oculta por el camuflaje que nos incita a permanecer alerta. En la mitología griega existen dos dioses de la guerra: Ares, por un lado, que representa la guerra brutal; y Atenea, que simboliza la guerra, digamos, estratégica, inteligente. Este nuevo álbum de Savages, en ese sentido, es como la materialización de cuando Ares conoció a Atenea. Una combinación inapelable que hace del post-punk una potente arma de tecnología punta.

Porque más allá de los extremos, cuyos mejores ejemplos son por un lado ‘I Need Something New’ o ‘T.I.W.Y.G.’ y por otro la dupla de ‘Adore’ y la etérea ‘Mechanics’, el álbum parece moverse en plenitud al ritmo cerebral de temas como ‘Evil’, con ese deje de blandura en el estribillo, la acechante ‘Slowing Down the World’, ‘When in Love’ y, sobre todo, en la monumentalidad de ‘Surrender’: “Moments of reason that we hope to find / Are we a thought somewhere in god’s mind / A work of art that he has never signed”. Un tema de atmósferas viciadas en el que sobrevuelan las coartadas. Adore Life, por tanto, aun siendo un álbum superficialmente continuista con respecto a Silence Yourself, refleja la auto exigencia de la banda y evidencia que, lejos de estancarse y arriesgarse a perder su potencia, siguen perfilando sus habilidades de lucha para no resultar previsibles. Y no hay demasiadas bandas que alcancen el nivel de racionalización de su obra que demuestran Savages con Adore Life, otro disco de este primer trimestre de 2016 que ya huele a top en las listas de lo mejor del año.