Crítica: Moderat – III

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El tercer álbum de Moderat, esa maravillosa unión entre Modeselektor y Apparat, evidencia algunos síntomas preocupantes de distracción, pero la aparente falta de conexión entre sus canciones y la discutible aportación lírica no esconden un magnífico trabajo en cuanto al tejido electrónico. Ha llegado el momento de volcar todas nuestras esperanzas y expectativas en su imbatible directo.

Hubo un tiempo en el que hablar de Moderat era hablar de un hecho aislado, de una extraña circunstancia que había unido a los dos miembros de Modeselektor con el único responsable de Apparat en un glorioso cóctel. Como su primera obra conjunta, Auf Kosten der Gesundheit, un Ep publicado en 2003; o su primer álbum homónimo, que llegaría solo seis años después. Aquel soberbio Moderat pareció en su día algo irrepetible, una única y definitiva encrucijada en la trayectoria de ambos proyectos electrónicos, y así lo sentimos durante los siguientes cuatro años, justo el tiempo que pasó hasta que, de manera bastante sorpresiva, anunciaron una segunda parte para el verano de 2013. Ahora –menos de tres años después– el trío presenta Moderat III, y aunque la capacidad creativa e híbrida de los alemanes no haya perdido su atractivo ni un ápice de calidad, sí notamos en él un ligero descenso en cuanto a su carácter extraordinario. Digamos que si hasta ahora competían un poco fuera de concurso, debido precisamente a ese carácter excepcional, su nuevo disco coloca a Moderat entre el común de los mortales.

Una prueba de ello es la sensación de que el álbum va perdiendo fuerza y magnetismo con el paso de los minutos, que arranca prometiendo algo que, al final, no puede cumplir; como si se fuera desvaneciendo la pátina de expectación con la que tendemos a envolver sus publicaciones, otrora verdaderamente únicas y excepcionales. Otra prueba de que ahora caminan entre nosotros es que en esta entrega se perciben más claramente sus influencias externas. Ya no son solo la mezcla literal de Apparat y Modeselektor, con todos sus respectivos bagajes: el disco también puede contener trazas de Burial, de Jamie xx y sus The xx, e incluso en menor medida de James Blake y su revolucionario sonido electrosoul. Por supuesto, no es algo que impida un disfrute total de Moderat III ni nada que difiera radicalmente de la línea que han venido marcando en sus anteriores trabajos conjuntos, pero está claro que ya no es lo mismo. Porque el álbum, en líneas generales, mira de reojo al pop electrónico, con una vocación más lírica que nunca, y esto queda lejos de las incombustibles ‘A New Error’, ‘Seamonkey’, ‘Versions’ o ‘Milk’, cuatro de sus mejores ases.

Malos tiemos para la lírica

En cualquier caso, Moderat III no deja de ser otro magnífico trabajo de texturas electrónicas. Suaves, elegantes y con esa contundencia amorosa tan sexual, son de algún modo la variante fija de un proyecto cuyo hábitat más adecuado parece ser el directo. En ese sentido, resulta ilustrativo que hayan sacado un álbum paralelo –al menos en Spotify– con las versiones instrumentales de los 7 temas con presencia vocal, por lo que cabe preguntarse exactamente qué aporta la lírica en esta nueva entrega de Moderat. Radiografiando el álbum entendemos que por ejemplo en ‘Eating Hooks’ sirve para sentar las bases emocionales como en su día hicieron las ‘Bad Kindom’ y ‘Rusty Nails’ de turno. También que en ‘Intruder’ –otro gran tema– contribuye a la atmósfera ligeramente angosta sacando la voz como forma de desahogarlo todo. Y, por supuesto, en ‘Reminder’, donde más sincronizada parece estar con respecto a la base electrónica/instrumental. En cambio, no parece que la lírica aporte mucho más que un simple y prescindible revestimiento pop en ‘Ghostmother’, ‘Ethereal’ o en ‘The Fool’, un tema descaradamente The xx que no acaba de encajar. Un problema que acentúa la percepción de inconexión que sobrevuela todo el álbum.

Es verdad que al principio del recorrido la sensación solo es de aperturismo, con una ‘Running’ que funciona bastante bien en combinación y oposición a la inaugural ‘Eating Hooks’; pero con el paso del tiempo la apertura acaba derivando en fractura, con solo el espíritu y la textura de las bases como continuum al que aferrarnos. También ayuda, de hecho, la inclusión de ‘Finder’ a continuación: una pieza sin voz, dulcificada, pero instrumentalmente atractiva; y también la de ‘Animal Trails’: un corte intenso y bien conducido, pero sin la profundidad de anteriores temas del estilo. En resumen, es posible que Moderat, con su nuevo álbum, estén siendo víctimas de la pérdida de su propia mística, esa que generaba el hecho extraordinario, la rara excepción que propició en su día una unión apoteósica. Da la sensación de que ya nos han dado lo mejor del proyecto en anteriores entregas discográficas; y aunque Moderat III no sea en abosuto un disco desechable, ahora más que nunca toca aferrarse a sus directos, que es donde siguen siendo imbatibles.