Crónica: Placebo @ Razzmatazz (27/04/17)

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El concierto de anoche de Placebo en la sala Razzmatazz de Barcelona tuvo clásicos por un tubo, tiempo para el recuerdo y la nostalgia, y cierto sabor a despedida. Un repaso de dos horas y 25 temas a la época dorada de la historia de la banda.

¿Cuál es la canción más representativa de Placebo? ¿Cuál es, al menos, tu favorita? Pues sea cual sea, seguro que estaba ahí: en el kilométrico setlist de su concierto de ayer en la sala Razzmatazz de Barcelona. Era la segunda noche de sold out con los londinenses en la ciudad condal y, aparte de calcar el repertorio que vienen utilizando en su gira 20 aniversario, demostraron una vez más que cada persona, cada elemento del público que va a verles cada noche, tiene una historia personal con ellos. Da igual que de ella hayan pasado 20 años, 12 o 5: el traslado temporal –en mi caso a otoño de 2005– es instantáneo.

Dos décadas de música no podían resumirse en menos de dos horas, y las 25 canciones que interpretaron saciaron hasta al apuntador. Tal vez, tratándose de una gira homenaje a sus grandes éxitos, sobraron algunos cortes extraídos de sus dos últimos trabajos; aunque, a decir verdad, ‘Devil in the Details’ sonó con galones de clásico, exhibiendo el sello tan característico de Placebo –esos saltos al vacío–, la especie de stoner bailongo de ‘For What It’s Worth’ funcionó bastante bien, y ‘Too Many Friends’ fue ampliamente coreada. Una concesión poco menos que contractual, que acabó resultando pura anécdota.

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Porque el grueso de la actuación de Placebo era un viaje en el tiempo y no una excusa para vender discos que han perdido alma. Su época dorada, de 1996 a 2006, quedó amplia y extraordinariamente representada con todo un arsenal de viejos y clásicos hits llenos de carisma. Desempolvaron la incandescencia de sus inicios mediante ‘I Know’, con ese tono de lamento viciado capaz de llevarnos a la época de ‘Popular’, de Nada Surf, una ralentizada pero igualmente energética ’36 Degrees’ y la sucesión de ‘Teenage Angst’ y ‘Nancy Boy’, presidiendo los bises; y esparcieron muy acertadamente temazos pretéritos como ‘Pure Morning’, una ‘Without You I’m Nothing’ que sigue doliendo y sangrando como una herida abierta, ‘Slave To The Wage’, pura catarsis post-grunge en salmuera, o una acelerada ‘Special K’, que fue de las piezas más aplaudidas de la noche.

¿Que tu favorita no es ninguna de estas? Como lo es quien escribe estas líneas, todos los amantes de Sleeping With Ghost y Meds gozaron de una puntilla insuperable compuesta por ‘Song to Say Goodbye’ y ‘The Bitter End’ –potentísima y ovacionada–, dos canciones con espíritu de despedida, además de una escogida y bien administrada selección de algunas de sus mejores canciones: quizá las más maduras de todas su discografía. ‘Sleeping With Ghosts’ (comúnmente llamada ‘Soulmates’) y ‘Special Needs’, asombrosamente viva tras casi quince años, sonaron seguidas en los primeros compases de la velada; ‘Space Monkey’, ese guiño al trip-hop y a Massive Attack, hacia la mitad de la misma, e ‘Infra-Red’ como cierre antes de un último bis. Un temazo que irremediablemente provoca unas ganas locas de volver a tener 20 años.

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… Pero no es posible

Hasta aquí todo normal: de manual, más bien. Una celebración de etiqueta con todos los comensales y manjares que uno esperaba ver y saborear. Tampoco defraudaron en cuanto a actitud sobre el escenario. Icónicos y unidos por una conexión más fuerte que 10 cuerdas entrelazadas, Brian Molko y Stefan Olsdal dominaron el tempo, el fervor y el ánimo del público con sobrada soltura. Pero no todo fue reír y cantar.

Si algo quedó claro en la actuación de anoche de Placebo, como también habrá sucedido a lo largo de toda esta larga gira, es que la banda ha pasado un punto de inflexión del que no hay retorno posible. Más allá del olvido estratégico de sus últimas publicaciones, el espíritu inmaterial de Placebo parece ligado a un mundo, una realidad y una época que ya no existen. Su público sigue ahí, vibrando sobre la llama de recuerdos que llenan de sentido cada una de sus canciones, pero el decorado cada día está más muerto.

Para los seguidores de Placebo de toda la vida será difícil superar la experiencia del concierto de ayer. Planteado casi como una autobiografía, como las memorias en vida de una banda que trazó su propio camino alternativo al brit-pop, resumió a la perfección 20 años –10, especialmente– de trayectoria intachable. Y para muchos, tal vez, quedará como esa despedida que sabes que es la última, pero que disimulas diciendo “hasta luego” en lugar de un triste “adiós”.

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