Crítica: The War on Drugs – A Deeper Understanding

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A Deeper Understanding, cuarta entrega de The War on Drugs, mantiene el impresionante nivel de solidez estilística exhibido en toda su trayectoria, con esa particular mezcla de rock alternativo, americana y folk impresionista, pero sumándole un plus lírico y conceptual que puede convertirlo en legendario. Dependerá de la necesidad del oyente, pero su valor como bálsamo es evidente e incalculable.

¿Qué hace que un disco sea un gran disco? ¿La frescura de su sonido? ¿La intensidad de las emociones que transmite, sean cuales sean? ¿El apartado lírico, o el frío y académico concepto de calidad de partitura? Seguramente todo, cuanto más a la vez mejor. Pero en muchas ocasiones, al menos en opinión de quien firma esta reseña, la grandeza de un álbum la marcamos nosotros mismos en función del uso que le demos; y A Deeper Understanding de The War on Drugs es, en ese sentido, un disco eminentemente curativo. Un disco increíblemente curativo. Pura empatía.

No es una pastilla ni un manual ni la prescripción psicológica típica para superar una ruptura sentimental, sino más bien ese abrazo reconfortante que te dice “te entiendo” cuando más lo necesitas; “lo estás haciendo bien” cuando las dudas al respecto te carcomen. Es la descripción humana, sincera, limpia y confesional de cómo es el proceso, con sus altibajos, dibujando de forma brillante esa maldita dialéctica del olvido forzado: mirar hacia atrás o hacia adelante, aguantar el amor o soltarlo de una vez, seguir el camino de la oscuridad o elegir la luz y la liberación. “Living in the space between / The beauty and the pain”, dice Granduciel en ‘Strangest Thing’.

La luz en la oscuridad marca el camino

Todo esto se explica desde el mismo epicentro, desde el estribillo de la monumental ‘Thinking Of A Place’: “I’m moving through the dark / Of a long black night / Just moving with the moon / And the light it shines / But I’m thinking of a place / And it feels so very real / Oh, it was so full of love!”; porque superar una pérdida supone dar pasos hacia adelante, pero también aceptar que daremos alguno hacia atrás. Sin duda alguna, la mejor canción de The War on Drugs hasta la fecha, una rueda que podría girar hasta el infinito; solo comparable con ‘Hurricane’ de Bob Dylan.

Partiendo de ese camino oscuro y solitario, Granduciel nos insta durante todo el disco a buscar el brillo de la luz, a liberarnos. Desde la inaugural y animada ‘Up All Night’ (“It just stopped raining / I’m stepping out into the world / I’m stepping out into the light”) hasta las redentoras y etéreas ‘Clear Living’ (“I know my way around it / I’ve been doing all right / I don’t need it back”) y ‘You Don’t Have to Go’.

Ahora bien, la búsqueda de esa luz no es en absoluto un camino de rosas porque el pasado acecha en cada esquina. En la sentida aunque catártica –¡Qué punteo!– ‘Pain’ (“I was staring into the light / When I saw you in the distance, I knew that you’d be mine / Am I movin’ back in time?”), en la optimista ‘Holding On’ (“Ain’t no truths from the past / As silent as the sea / Am I holding on too long?”) o en la ya mencionada ‘Strangest Thing’ (“I’ve been holding on too long / That I hardly know the score (…) / I recognize every face / But I ain’t got everything I need (…) / Surrounded by no other / I wanna ride it home”), también triste pero con otro impresionante y purgante punteo.

Aceptación y liberación

Al final, aunque el álbum vive en la ya citada dialéctica, ejemplificada a la perfección en la dupla ‘Knocked Down’ (derrotista) – ‘Nothing To Find’ (optimista), la estructura del mismo nos conduce poco a poco hacia la bendita luz. Tras el punto de inflexión de ‘Thinking On A Place’, que es toda una revelación, ‘In Chains’ parece marcar el momento definitivo en el que se disuelven las cadenas: “Ain’t no wind that I could feel in a fleetin’ rain / Turn around and rip my heart (…) / Ain’t no chains to hold you in / To hold you to / To losing you”. El camino ha sido largo, oscuro y solitario, pero la reconstrucción ha comenzado.

No hay duda de que The War on Drugs han consagrado definitivamente su sonido con este sensacional álbum. Sobre el papel apenas hay variaciones con respecto a sus trabajos anteriores, pero la forma en la que fluyen las letras, mensajes, voces, guitarras, pianos y demás instrumentos nos hablan de un artista, Adam Granduciel, que está sabiendo explotar al máximo todo su potencial. Ese que proyecta su figura como posible heredero de Bruce Springsteen.

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