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Review

Crítica: Mount Kimbie – Love What Survive

La travesía que nos proponen Mount Kimbie en su tercera entrega nos lleva por terrenos post-punk, por otros de acento africano, por los reinos oníricos que dejó vacantes Stereolab y por el inexpugnable imperio de James Blake. Todo sin salirse de un guión que solo Dominic Maker and Kai Campos podrían haber escrito desde su particular visión de la electrónica.

A estas alturas, tras haber materializado en sus carnes el auge y el declive del post-dubstep, muchos esperábamos la nueva publicación de Mount Kimbie como una especie de advenimiento mesiánico. Es verdad que sobre ellos no recae ningún tipo de liderazgo en relación al futuro de la electrónica en general, ya que tan solo se hacen responsables de su propio camino, pero intuíamos un paso importante, rotundo e inspirador por su parte, y efectivamente lo han dado.

Lo más interesante de Love What Survive, su nuevo álbum, es que, pese a mostrar un gran número de caras estilísticas bien diferenciadas, resulta coherente y fluye sin obstrucciones ni sobresaltos. En general es obvio que han acelerado, que se han instalado en un ritmo motorik cercano al que sirve de base al post-punk, pero al conservar un gran dominio del espacio y mantener diáfanos la mayoría de los temas, han conseguido abrir el sinfín de posibilidades ambientales y estilísticas que hacen del álbum lo que es: un delicioso mosaico a medio camino entre el future garage, el art pop y la electrónica lo-fi.

El aumento de revoluciones se nota sobre todo en los primeros compases del álbum, así como una mayor y más activa fibra material, fundamentalmente orgánica. Tanto ‘Four Years and One Day’, subterránea, escurridiza y algo lúgubre, como ‘Blue Train Lines’ –con un áspero y grisáceo King Krule–, e incluso ‘Audition’, ligeramente cósmica y con la pompa del electropop alternativo, toman la forma de un discurso post-punk a partir del bajo y de un insistente pero no agobiante ritmo 4×4.

Y aquí viene lo interesante

Lo interesante del disco, no obstante, es que a partir de este punto deja de ser clasificable. Hay quien pensará que dan volantazos, pero en esta casa preferimos verlo como un despliegue de estilos, acentos y recursos que hace inútil establecer fronteras o definiciones cerradas. De primeras, mediante ‘Marilyn’, una de las mejores y más luminosas piezas de Love What Survive, y ‘SP12 Beat’, su expansión en clave downtempo, se produce una breve internada en terrenos africanos, derivada del interés del dúo londinense por la música nigeriana y guineana.

A continuación sacan del museo el pop alternativo destartalado de Stereolab para construir ‘You Look Certain (I’m Not So Sure)’, un tema que engancha con el espíritu sucio y despeinado del inicio. Justo en las antípodas del de ‘Poison’, la delicada pieza a piano que podría servirnos de intermezzo desplazado, y que anticipa las dos canciones en las que participa James Blake, notablemente más lentas con respecto al inicio del álbum. ‘We Go Home Together’, conocida como adelanto varias semanas antes, se presenta minimalista, sutil, suelta y con el toque de soul electrónico tan típico del productor británico; y ‘How We Got By’, el corte final: extremadamente elegante y 100% Blake.

Entre ellas, sin embargo, no renuncian a un último doble volantazo inesperado. Con ‘Delta’ vuelven a los ritmos motorik, al olor a cerrado y enlatado, pero lo hacen con seguridad y un tono ciertamente magnético. No tanto en ‘T.A.M.E.D.’, un corte desordenado en la línea del pop alternativo cósmico, bastante prescindible.

El mejor resumen del álbum podría reducirse al siguiente paralelismo: Love What Survive es como una noche en la que sales con unos amigos, vas a un bar de post-punk, los pierdes, te encuentras con otros con los que vas a un local de música africana, cambias otra vez a uno de pop alternativo, luego a un pianobar… te lías, mezclas, cambias, vuelves al principio de la noche y, no sabiendo muy bien cómo ni por qué, acabas en la cama con alguien familiar, inesperado y extraordinariamente cómodo (como es Blake). Lo que se dice una noche mágica; lo que entendemos por un disco grande.