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Crítica: Wolf Alice – Visions Of A Life

Wolf Alice superan con 'Visions Of A Life' las expectativas generadas con su álbum de debut. Más visceralidad, más abanico estilístico y, en general, un discurso musical más firme y determinado. Posiblemente la banda más prometedoras y en forma del panorama rock alternativo de habla inglesa. Entradas a la venta en Ticketmaster para su inminente paso por nuestro país.

Sin haberles escuchado en directo –recuerden: cancelaron su actuación del pasado Mad Cool Festival precisamente para acabar este trabajo–, los Wolf Alice de su primer disco podían pasar por una banda prometedora más de rock alternativo proveniente de la nutrida cantera británica. Su preparación, autenticidad y garra sobre los escenarios, sin embargo, pusieron en alerta a muchos críticos –entre los que se incluye quien firma estas líneas, tras verles en Razzmatazz 2 en febrero de 2016–: ¿podían llegar a las cotas de calidad y calado que, desde el final del grunge, no alcanza una banda de rock aternativo desde The Smashing Pumpkins, Placebo, Muse (en sus inicios), Queens of the Stone Age o A Perfect Circle? La respuesta, juzguen ustedes, es este tremendo Visions Of A Life.

Superando prácticamente en todo a su predecesor, el segundo disco de Wolf Alice presenta la riqueza de formas que tanto caracteriza al buen rock alternativo, desde las más emocionales a las más nihilistas y ácidas. Con baterías trepidantes y guitarras profundas e incisivas en todo momento. Por otra parte, en un proceso paralelo, la manera de escribir de Ellie Rowsell también se ha radicalizado. Desatando una visceralidad pura, vive y expresa con intensidad todos y cada uno de los sentimientos que trata de entender, sin filtro, con miedo y con una actitud que más que revolucionaria parece revoltosa. Por todo ello, Visions Of A Life se muestra más complejo e intrincado y menos pop que My Love Is Cool; menos amable y hospitalario, pero con una idea más firme y clara del sonido que les representa como banda y a Rowsell como letrista.

Ese delicioso contraste del que hablamos en el párrafo anterior se ejemplifica perfectamente desde el mismo arranque: con la dupla ‘Heavenward’–‘Yuk Foo’. La primera es una pieza intensa y emocional: un mensaje de recuerdo a un amigo fallecido –“Go heavenward / Like all earth angels should / I’m gonna celebrate you forever / And long to see you when it’s my turn”– expresado con garra, estética romanticista y amplitud espacial. La segunda, por el contrario, es un grito de punk-hardcore abrasivo –“Yeah I have feelings, ’cause I’m a human / A totally self-destructive, constantly consuming”– y atropellado que no hace sino expresar rabia en un estado muy puro.

Entre dos polos

En la línea del primer polo, casi al final, encontramos ‘St. Purple & Green’, otra conmovedora canción dedicada, en esta ocasión, a la abuela de Rowsell, de quien se sugiere más una enfermedad que un fallecimiento: “You might be changing / But you’re still / here / And you’re still my Nana”. Un corte vigoroso y a la vez tierno que está entre lo mejorcito del álbum. Como también la soñadora y ligeramente afligida ‘Planet Hunter’, otra joya; y, justo antes, una preciosa y luminosa ‘Don’t Delete the Kisses’, no muy alejada de la retórica estética de Haim o Chvrches, pero con una lírica sincera y autocrítica que describe el camino que va desde el miedo a la ilusión por un nuevo amor.

Por la otra banda, temas como la desafiante y un-poquito-stoner ‘Formidable Cool’ y la ansiosa y juvenil ‘Space & Time’ –“I feel I’m losing control of my body / Control of my moods and my decisions and my money / I am set to self-destruct”– reflejan ese estado de constante revuelta emocional, a veces incluso anárquica. Un batiburrillo de sentimientos y estados de rabia, confusión y miedo que, de forma más poética, se expresa también en la subterránea y oscura ‘Sky Musings’ –“Stupid thoughts for a stupid girl! / Look out of your window you’re on top of the world / 23 years old and you’re acting like it’s over / Only over if we crash, hit the ground down below us”–, y en ‘Visions Of A Life’, la impresionante parada final: una monumental, cambiante y creciente temazo en el que Rowsell se autoincrimina –“Why was I born with itchy feet? / And why do I hate all the people I meet? / People’s ideals give me the chills to the bone / I got one thousand million friends and I feel so alone”, por ejemplo– de diversas formas.

Por lo demás, la espinosa y un poco hardcore ‘Sadboy’, la orgullosa ‘Beautifully Unconventional’, con ese aire a Florence + The Machine, y la harmónica ‘After the Zero Hour’, entre el folk de Fleet Foxes y el glamur de Angel Olsen, completan un disco sobresaliente con el que Wolf Alice han dado el golpe encima de la mesa que necesitaban para postularse definitivamente como una de las bandas más prometedoras y en forma del panorama rock alternativo de habla inglesa.

Wolf Alice actúan este verano en el Mad Cool Festival y en el FIB, con entradas a la venta en Ticketmaster.