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Review

Los discos destacados de junio

De la nueva exploración electrónica de Thom Yorke al regreso del blues-garage rock en manos de The Raconteurs y The Black Keys, pasando por el synthpop clubber de Carla y el monumento spoken Word/rap de Kate Tempest, aquí va una selección de los mejores discos publicados en junio de 2019.

Con la humilde intención de no dejarnos nada relevante en el tintero, repasamos algunos de los lanzamientos discográficos más destacados de abril. Una selección que incluye la nueva aventura electrónica de Thom Yorke, los regresos rockeros de The Black Keys y The Raconteurs, la gran obra de Kate Tempest y la confirmación de la catalana Carla con su propuesta synthpop bailable.


Kate Tempest: The Book Of Traps and Lessons

No se extrañen si Kate Tempest se lleva este año (a la tercera) el Mercury Music Prize por este su sexto álbum. La clarividencia y monumentalidad de su mensaje, un llamamiento a la empatía humana en estos tiempos extraños, ha derribado toda frontera estilística y la que existe entre el rap y el spoken word, despojando a sus bases de toda rudeza y reduciéndolas a atmósferas pálidas (pero muy cuidadas) de fondo, salvo ciertas excepciones con sabor a hip-hop. Así, su voz, su mensaje y su interpretación adquieren pleno protagonismo en su propuesta, y arrasa con todo, dentro y fuera del oyente. Gane o no el prestigioso premio citado, es posible considerar ya a Tempest como una de las voces imprescindibles de nuestra generación; y este como su manifiesto.


CARLA: Kill a Feeling

En una familia de eminentes exploradores de sonido como es la Serrat, Carla no iba a ser una excepción. Tres años después de presentar un debut claramente enmarcado en el synthpop, la pequeña de la saga vigitana vuelve ahora con un trabajo que explora el lado más clubber de su propuesta electrónica pop. Inspirada en ases como Caribou o Jamie xx, Carla no renuncia a cubrirlo todo con su voz suave, reservando espacios melódicos que beben del ambiente onírico. Con participación activa de su hermano Toni a la percusión y circunstancialmente de Joana en ‘Fire’, podríamos hablar de consolidación de la fórmula de Carla si no fuera porque, siendo quien es, esperamos otros horizontes nuevos en su próxima aventura.


The Raconteurs: Help Us Stranger

Los amantes de The White Stripes, los que ya en su día hallaron en The Raconteurs su continuación natural, estarán contentos por reencontrarse con un sonido familiar 11 años después. Durante esta larga década Jack White ha lanzado tres álbumes en solitario, perdiendo fuelle y atractivo en cada uno de ellos; y rozando lo estrambótico en su última entrega. Sin embargo, la reanimación musical de su proyecto con Brendan Benson, Patrick Keeler y Jack Lawrence nos devuelve aquel rock garagero fresco, suelto y decidido, muy americano. No será el disco del año ni del mes pero, ¿podemos afirmar que es lo más parecido a The White Stripes que hemos oído en más de una década? Y, por ende, ¿es lo mejor que ha hecho White desde 2007/08?


The Black Keys: Let’s Rock

Resulta engañoso que justo los tres adelantos de Let’s Rock, ‘Eagle Birds’, ‘Lo-Hi’ y ‘Go’, sean las tres piezas más próximas a la ortodoxia de sonido de The Black Keys (con permiso de ‘Fire Walk With Me’, el corte final) cuando el conjunto del disco se caracteriza precisamente por una suerte de liberación de sus propios cánones. Una visión y práctica del rock más amplia que se centra en crear canciones más que en mantener un estilo. El resultado es un disco disperso que apenas recuerda a los mejores The Black Keys, pero que se puede disfrutar como el ejercicio de rearme que es para el dúo, que no supo encajar el tropezón de Turn Blue, su último trabajo hasta la fecha.


Thom Yorke: ANIMA

Thom Yorke se nos ha ido. Pero no hay drama: su nuevo lugar en la música sigue siendo fascinante, categórico y hegemónico. Entregado totalmente al lenguaje electrónico, el líder de Radiohead ha dado un paso más en la búsqueda –en solitario pero también con Atoms For Peace– de ambientaciones etéreas, donde lo orgánico convive al servicio de lo sintético. Sin renunciar del todo a las guitarras o al piano, Yorke lleva tiempo sin hacer pie en el rock; o, al menos, sin depender de él para nadar explorando, para expresarse y para saciar sus inquietudes. Con todo, pese a que su clásica emotividad nos llega prístina a través de su voz, es posible que estemos antes el trabajo más experimental o menos reconocible de Thom Yorke en toda su carrera (sin contar BSOs). Un disco raro pero valiente. Otra maravilla firmada por uno de los grandes genios musicales de nuestra era.