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Review

15 discazos (mucho rock) de 2018 que habíamos ignorado

Antes de presentar nuestros discos favoritos del año, y para los que temen que el auge de la música urbana relegue al rock a una posición secundaria, 15 discazos de 2018 que habíamos pasado por alto. Están Khruangbin, Sainteneca, Wax Idols o Slothrust, pero también el gran Nas, la rapera Noname, los tuaregs Imarhan o el experimental Yves Tumor.

Cómo explicarlo… hay discos que objetivamente no son los mejores del año, pero nos encantan. Discos que hemos repetido en bucle, grandes descubrimientos, debuts interesantes, artistas olvidados y propuestas originales que no absorben la atención de los grandes medios ni del público raso. Discazos que en su día se nos pasaron por alto, que no incluimos en nuestros repasos mensuales de novedades discográficas destacadas, que no figurarán en nuestra lista de lo mejor del año, pero que no queremos dejar de alabar. Propuestas, mayoritariamente de rock, pensada especialmente para todos aquellos que se rasgan las vestiduras antes el auge de la música urbana y Rosalía, para aquellos que temen que las guitarras vayan a quedar relegadas a un segundo plano. Aquí no lo creemos, y como prueba, todo esto:

 


Gwenifer Raymond – You Never Were Much of a Dancer

Esta doctora en astrofísica y diseñadora de videojuegos galesa con residencia en Brighton se ha cascado un discazo de música americana muy raíz. Totalmente instrumental, pre-blues y profundamente folk, You Never Were Much of a Dancer es una delicia para los amantes de la guitarra, del banjo y del sonido del espíritu jeffersoniano que construyó milla a milla los Estados Unidos.


Hovvdy – Cranberry

Discípulos aventajados de Lambchop, José González, Arab Strap o Yo La Tengo, los dos miembros de Hovvdy son baterías de formación, pero han aprendido a tocar la guitarra y están dando forma a canciones redondas y muy interesantes. En la que es su segunda referencia, podemos toparnos con un regustillo a vino tinto parecido al que hay en el fondo de la copa de The National o de Modest Mouse, aunque todo se haya cocido siempre a fuego muy lento. Un disco de esos para ponerte mientras lees. Un disco para intelectuales en excedencia.


Imarhan – Temet

Herederos de –y emparentados con– Tinariwen, la gran banda tuareg, internacionalmente aclamada, Imarhan representan a una segunda generación de tuaregs exiliados de Mali a Tamanrasset, Argelia, por lo que su discurso rockero sobre el desierto mantiene intacta e incluso acrecienta la nostalgia sobre un medio del que han sido apartados. Su lenguaje más urbano, su tipo de jam más moderna, su energía juvenil y el haber sabido filtrar y reelaborar un legado como el de Tinariwen, hacen de esta una de las formaciones actuales más exportables del norte de África. Y este, su segundo disco, así lo ratifica.


Jaye Jayle – No Trail And Other Unholy Paths

Vale, con Nick Cave no es incomparable, pero si le metemos en el mismo saco que a Timber Timbre, y sumamos la referencia cruzada de Chelsea Wolfe y Emma Ruth Rundle, entenderán el tipo de atmósfera sombría y semi decadente que queremos destacar de Evan Patterson en su enésimo proyecto, Jaye Jayle. No Trail And Other Unholy Paths es su segunda entrega, y con ella da rienda suelta a una producción electrónica más vanguardista y determinante, evolucionando en 360º la fórmula, más folky orgánica, de su álbum de debut.


Khruangbin – Con Todo el Mundo

Algunos hablan ya de postneopsicodelia, un término rimbombante para referirse a una nueva hornada de artistas psicodélicos que están dando de qué hablar. Entre sus piezas clave se cita a Khruangbin, un trío instrumental originario de Tejas que en enero publicó su segundo álbum, pero que parecen salidos de un sueño febril de Wooden Shjips de viaje por la Tailandia de los años 70. Su toque ligeramente soul-funk, ralentizado desde una perspectiva dub-chill, y, sobre todo, su acento exótico y como atemporal, otorgan a la formación de Houston una extraña aura de excepcionalidad vintage muy auténtica. Discazo hipnótico.


Loma – Loma

Avalado por el prestigioso sello Sub Pop, el trío tejano liderado por la vocalista Emily Cross ha debutado en largo con nota pero sin hacer mucho ruido. Una actitud acorde con su estilo, ya que todo el álbum está envuelto es una especie de burbuja de quietud y discreción. Una propuesta dreamfolky a medio camino entre Julia Holter, Aldous Harding o Buzzy Lee, con ciertas y oscuras reminiscencias al trip-hop de los últimos Portishead. Si a elegantes temazos como ‘Joy’ o ‘Black Willow’ sumamos los requiebros angulosos a lo Zola Jesus de ‘White Glass’ o ‘Dark Oscillations’, tenemos discazo.


Munice Girls – Fixed Ideals

Con la energía juvenil desbordante –más que de punk crudo, bebedora de hardcore melódico edulcorado– de los primeros The Joy Formidable y la melódica cuidada, entre el pop y el grunge, de Silversun Pickups, Metric o Wolf Alice, el trío capitaneado por la bajista y vocalista inglesa Lande Hekt se ha marcado uno de esos discos que te alegran y arreglan la tarde. Con el músculo, el ritmo y los voltios necesarios para hacerte sacar pecho y salir airoso de cualquier enfrentamiento social. Ya solo con la dupla inicial, ‘Jeremy’ – ‘Picture of Hearth’, salir de casa se convierte en un acto de autoafirmación.


Nas – Nasir

Cuando Nas abre el pico, hasta el mismísimo Trump debería cuadrarse. Considerado como uno de los raperos más influyentes de la historia, encumbrado desde Illmatic, su álbum de debut, en 1994, el de Queens sigue generando unánime admiración pese a no transitar por las vías más concurridas e iluminadas del género en la actualidad. Nasir no ha hecho el ruido que hace cualquier estrella joven del rap hoy en día con sus lanzamientos, pero la producción ejecutiva de Kanye West y el nivel de sus apenas siete canciones deberían ser suficiente aliciente para seguir oyendo a un viejo representante de la old school.


Noname – Room 25

Como no pertenece a la corriente más moderna y urbana del rap, puede que el excelente trabajo de Fatimah Nyeema Warner no está en el centro de todas las miradas que merece. Su álbum de debut, tras la celebrada mixtape con la que se presentó al mundo hace dos años, ha cosechado críticas sobresalientes por diversos motivos: por esa elegancia al estilo Lauryn Hill, por el sabor jazzy soulero de la cepa Erikah Badu y por las comparaciones recurrentes con figuras del género tan relevantes como Frank Ocean, Anderson .Paak o Chance the Rapper. Hip-hop de etiqueta.


Pinkshinyultrablast – Miserable Miracles

En su tercer disco, esta banda de San Petersburgo, Rusia (con sede en Los Ángeles), ha potenciado el aspecto synth bailable y brillante de herencia ochentera en su habitual fórmula shoegazer-dreampopera. El resultado es un noise sideral con aspecto analógico que tiene en la voz aguda y cristalina de Luba un importante foco de luz. Colores y sensaciones que recuerdan a Astrobite (de quienes sacan el nombre) o a unos Stereolab mezclados con DIIV y Cocteau Twins… pero también espacios para seguir sonando rusos.


Saintseneca – Pillar of Na

A estas alturas, no es ningún elogio que Sainsteneca sigan siendo el secreto mejor guardado del folk americano: su cuarto disco, el tercero con el sello ANTI-, producido por Mike Mogis (Bright Eyes, M. Ward, Monsters of Folk, First Aid Kit, etc.), debería provocar que, por fin, den el salto a Europa, donde solo han tocado en una ocasión. Veremos. En la línea imaginaria que uniría a The Mountain Goats con Violent Femmes pasando por Grizzly Bear, la banda de Zac Little ha publicado un disco ligero, colorido y culto centrado en el concepto de la memoria. ¿Habrá llegado su momento?


Slothrust – The Pact

En su misión personal de revivir el espíritu de los últimos 90, para su cuarto álbum, Slothrust han contado con la producción de Billy Bush, artífice del segundo, tercer y cuarto disco de Garbage. Con él han pulido una versión de grunge voluminoso y arreglado, macarra pero sofisticado, que nos deja joyas tan dispares como la potente y encarada ‘Double Down’ y el fibroso baladón ‘Walk Away’. Gran parte de la culpa de esa versatilidad que les permite ir y venir del barro al traje entallado, reside en la voz camaleónica de Leah Wellbaum, también guitarrista. Con razón han entrado por primera vez en las listas de ventas en Estados Unidos.


Wax Idols – Happy Ending

Sin que el título de Happy Ending fuera una pista o un aviso, al poco de publicarlo Wax Idols han cancelado su gira de presentación por motivos personales y han anunciado un hiato indefinido. Una pena, porque la cuarta entrega del proyecto de Heather Fedewa, que oscila estilísticamente entre Wolf Alice, Metric o Shame, es una buena dosis de post-punk suave, garage y noise pop, y parecía que podía catapultarles a cotas más altas de trascendencia. Como epitafio quedarán temas como ‘Belong’, ‘Crushing’ o ‘Scream’, ejemplos de lo que eran capaces de hacer.


World’s Greatest Dad – Get Well Soon

El debut de esta banda de Atlanta en el sello Deep Rest Records viene cargado de energía. En coordenadas estilísticas próximas a Sorority Noise, Modern Baseball o Microwave, el cuarteto liderado por Maddie Duncan construye canciones polarizadas que presentan escaladas emocionales, cambios de intensidad y saltos de distorsión, como ‘Cough’ o ‘A Song for Mogis’, que hacen de su versión del emo-punkrock algo refrescante y dinámico.


Yves Tumor – Safe in the Hands of Love

Surgido del entorno de Mykki Blanco en Los Ángeles (aunque es de Knoxville, Tennessee, y ahora vive en Turín, Italia) y crecido musicalmente en una especie de ola post-chillwave desde la que ha ido ascendiendo de división desde principios de esta década, el artista bautizado como Sean Bowie ha dado un salto descomunal con su primera referencia para Warp Records. Safe in the Hands of Love es una obra terriblemente experimental en la que caben todas las líneas maestras de la música actual, electrónica, R&B, hip-hop y pop estelar, pero con sus patrones y funciones habituales invertidas. ¿Se entiende? ¿No? Pues no hace falta para disfrutarlo.