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Review

Crítica: Charlotte Gainsbourg – Rest

Con 'Rest', su regreso discográfico tras siete años de silencio, Charlotte Gainsbourg convierte su dolor en grandeza. Y lo hace con un lenguaje musical construido a base de productores y colaboradores de auténtico lujo (SebastiAn, Guy-Manuel de Homem-Christo, Connan Mockasin, Danger Mouse, Owen Pallett, Paul McCartney) y un toque francés muy personal. La última gran joya del año.

 

Sin la más mínima intención de infravalorar los cuatro álbumes anteriores de Charlotte Gainsbourg, podríamos asegurar que Rest, además de ser su mejor obra hasta la fecha, es lo más parecido a su primer trabajo 100% suyo. No lo es completa y exclusivamente por la aportación fundamental de tótems y grandes figuras de la música contemporánea como son Paul McCartney, Guy-Manuel de Homem-Christo (Daft Punk), Owen Pallett, Connan Mockasin, Brian Joseph Burton (Danger Mouse) y Sebastian Akchoté (SebastiAn), estos dos últimos –sobre todo el último– en labores de producción; que toman el relevo de los BeckIRM, Stage Whisper–, Air, Jarvis Cocker (Pulp), Nigel Godrich (Radiohead) –5:55– y de su propio padre, Serge GainsbourgCharlotte for Ever, el primero, hace 31 años, 20 antes que los siguientes–, que produjeron sus entregas anteriores. No obstante, sí son suyas por primera vez todas las letras (salvo ‘Songbird in a Cage’, de McCartey) y tanto el discurso como la estética general resultan tremendamente personales.

Rest, de hecho, es un disco íntimamente ligado a dos fallecimientos familiares que han marcado la vida de Charlotte: la de su padre Serge, a quien vio morir en 1991; y la de su hermanastra Kate Barry, quien se suicidó en 2013 debido a problemas con la bebida y los medicamentos. Maravillosa y tristísima es la imagen devastadora de la hija junto al ataúd de su padre querido en ‘Lying With You’ –“D’un amour pur de fille chérie / Pauvre pantin transie / Où est parti mon baiser / Quand le coffre s’est fermé” [“Amor puro de niña querida / Pobre cachorro / ¿A dónde fue mi beso? / Cuando el cofre se ha cerrado”]–, y grandioso el relato desdibujado del suicidio de su hermanastra en ‘Kate’ –“Une âme trop tendre (…) / Dressée à l’alcool (…) / Perdue à jamais” [“Un alma demasiado tierna (…), vestida en alcohol (…), perdida para siempre”]–; por no hablar de la minimalista ‘Rest’ –con presencia del Daft Punk en el bajo/beat/base–, ese emotivo juego de palabras bilingüe dedicado a Kate que alterna el “descanse en paz” de su significado en inglés con el “quédate” del francés.

Descansa/Quédate

De todas formas, no hay que entender Rest como un álbum desconsolado o melancólico. Le ha servido a la franco-británica para expurgar sus penas y demonios, y para expresar su dolor “no solo con tristeza sino con enojo”. No solo en relación a las citadas muertes: también manifiesta un elegante miedo a envejecer y a morir –‘Ring-A-Ring O’ Roses’–, con respecto al futuro de sus hijos –‘Dans vos airs’–, frente a sus propios fantasmas identitarios –‘Les crocodiles’, ‘I’m A Lie’–, e incluso reflexionando sobre el aislamiento de la timidez –‘Songbird in a Cage’ (cedida por Paul McCartney), ‘Sylvia Says’–. Y lo hace apoyándose en bases electrónicas que, por lo general, nos empujarían antes a echarnos un baile que a dar la talla en un velatorio. El mejor ejemplo de ello es ‘Les oxalis’, el tema final, cuya curiosa letra se desarrolla frente a la tumba de su hermana en medio de una base disco muy groove, muy Justice; y también una ‘Dead Valentine’ que podría ser perfectamente otra colaboración encubierta del hombre de Daft Punk.

Esas formas electrónicas, manifestadas en bases de texturas y beats ochenteros, confieren a gran parte del álbum una atmósfera como de anuncio de perfume francés, glamuroso, elegante, sugerente y dorado, que pese a marcar sobre todo el principio del disco, funciona de pegamento de unidad a lo largo de todo el cancionero. Con influencia evidente de Daft Punk, Justice, Air o de Sebastien Téllier, ese es el toque francés que Gainsbourg ha preservado pese a haberse trasladado y haber concebido el disco en Nueva York, su exilio emocional tras la muerte de su hermanastra. En un medio tiempo de índole synthpop, dicha atmósfera arranca en el punto nostálgico de ‘Ring-A-Ring O’ Roses’, adquiere carácter de urgencia y de preciosa dignidad en la desesperación en ‘Lying With You’ y alcanza una grandeza tierna en ‘Kate’, cuyo final orquestal, efectivamente, parece una alfombra roja que nos invita a contemplar su dolor monumentalizado (Pitchfork). Es verdad que su densidad se va disipando a medida que avanza el disco, arribando a espacios más pop en el último tramo, pero resulta clave para darle a todo el trabajo ese aire atemporal entre lo moderno y lo nostálgico.

Siendo la primera vez que Charlotte Gainsbourg canta en francés en uno de sus trabajos, resulta brillante el juego de palabras conceptual sobre el cual se erige el álbum. Una reflexión sincera, cruda y valiente sobre el duelo: descansa en paz, pero quédate conmigo. Una joya.