Crítica: Future Islands – The Far Field
Future Islands dan continuidad a Singles, el álbum que les catapultó al éxito hace tres años, con un trabajo mediano en el que ningún tema sobresale frente a otro. The Far Field, cuarta referencia de la banda de Samuel T. Herring, no es la panacea, pero añadirá más leña a sus incombustibles directos.
Si Future Islands se hubieran hecho una foto fija en el momento de mayor éxito de su penúltimo trabajo, el alabadísimo Singles, y a la luz de su nueva publicación, nos costaría bastante sacar las siete diferencias existentes entre ambos. Normal, porque la banda de Samuel T. Herring encontró la tecla perfecta para su sonido en su tercer álbum y es lógico que no se hayan apartado un ápice de ella. The Far Field, cuarta referencia de la banda con sede en Baltimore, parece el definitivo coletazo de un eco repetido desde hace tres años que, curiosamente, nos sigue enganchando como el primer día.
La fóruma de Future Islands incide principalmente sobre la herencia de una serie de sonidos y bandas de los 80, desde la oscuridad latente de Joy Division al apartado más bailable de New Order. Pop sintético que ilumina desde las sombras de la era post-industrial. Su sonido descansa en la primacía de teclados, sintes y un bajo conductor, sobre la que Herring revolotea con una lírica y una forma de cantar muy intensas y naturales. Quien les haya visto actuar en directo sabrá de qué tipo de naturalidad e intensidad estamos hablando.
Haciendo especial hincapié en su vertiente más rítmica –para la cual han contratado al batería Michael Lowry–, el nuevo disco de Future Islands empieza siguiendo la trayectoria saltarina de ‘Seasons (Waiting On You)’, al menos, en sus primeros cinco temas, con estribillos especialmente carismáticos y pegadizos como los de ‘Time On Her Side’ y ‘Ran’, o la contundencia rítmica de ‘Cave’. Ninguno de estos cortes iniciales destaca sobre el resto de manera evidente, pero conforman una primera mitad absolutamente continuista que nadie debería atreverse a cortar.
Sigamos saltando
Cualquier atisbo de variedad que queramos buscar lo encontraremos en la segunda mitad del álbum. Partiendo de ‘Throught the Roses’, con un planteamiento distendido que acaba elevándose gracias a los arreglos de viento y cuerda de Patrick McMinn, otro nuevo fichaje de la banda, pasando por el ritmo tropicalizado de ‘North Star’, con un aire muy goloso a TV on the Radio, por la pausada balada que es ‘Candles’, hasta ‘Shadows’, el dúo pop con Debbie Harry (vocalista de Blondie). Son las piezas más distintas con respecto al grueso del álbum y al bagaje que han querido conservar de su anterior trabajo.
No obstante, ‘Ancient Water’, la oscura y afilada ‘Day Glow Fire’ y ‘Black Rose’, la pieza final, siguen inclinando la línea estilística hacia el continuismo: hacia una suerte de synthpop con fuerte olor corporal y vocal de Herring, que saca brillo, luz y color a una herencia oscura magníficamente filtrada.
Curiosamente, del anterior disco a este nuevo sí se ha producido un cambio que debería haber resultado sustancial pero que, a la postre, no lo ha sido tanto. Si el artífice de un éxito tan rotundo como Singles fue Chris Coady, productor de Beach House, TV on the Radio, !!!, Cass McCombs, Grizzly Bear, Blonde Redhead o Tobias Jesso Jr., para esta nueva entrega han confiado en otro de los grandes nombre de la producción: John Congleton. El norteamericano, famoso por sus trabajos con St. Vincent, Swans, The War on Drugs, Explosions in the Sky, Lower Dens, Angel Olsen, etc., ha sabido interpretar una esencia ya madura, asentando aún más si cabe su particular e inimitable sonido.
Future Islands actuarán el 6 de mayo en la sala Razzmatazz de Barcelona con entradas agotadas.