Ascenso, muerte y resurrección de Crystal Castles

crystal-castles2016_2

La marcha de Alice Glass de Crystal Castles hace dos años no acabó con la banda de electrónica. Ethan Kath, el otro 50% y efectivo propietario, ha fichado a Edith Frances para sustituir a la antigua vocalista y este fin de semana presentan en nuestro país Amnesty (I), el primer disco de esta nueva etapa.

La historia de la banda canadiense Crystal Castles lo tiene todo: electrónica contundente, estructuras de pop bajo la arena, éxito de ventas, público y crítica, rumores, desencuentros personales, declaraciones cruzadas, finales que no lo son tanto y hasta una segunda parte que todavía no sabemos con exactitud si será buena o no. El proyecto pertenece desde el principio –mediados de la década pasada– al productor Ethan Kath, siendo él quien fichó a la vocalista Alice Glass como guinda para su fórmula musical. Es cierto que hasta entonces nada se había publicado con ese nombre, arrancando de facto Crystal Castles siendo ya un dúo, pero es importante dejar claro que Kath siempre ha entendido el proyecto como suyo y a Glass como a una invitada. O al menos eso es lo que parece tras la abrupta salida de ella de la banda y su no consecuente cierre.

Al principio todo iba bien…

Al dúo le fue bien durante los primeros años. Combinando las texturas y el ritmo de algunas de las fórmulas más sucias de la electrónica, del witch house y del electropunk  con el tipo de estructura simple del pop más accesible, Kath encontró en Glass la perfecta contrapartida vocal para unas bases ásperas que calaron especialmente entre los jóvenes desencantados y post-posmodernistas: encapuchados, calzados con adidas y esgrimiendo Blackberries. Los mismos que protagonizaron los disturbios en Londres en verano de 2011. Crystal Castles (2008), su álbum de debut, tuvo una acogida bastante buena, valiéndoles aquel mismo año para participar en el festival de Glastonbury y para telonear a NIN. Por temas como ‘Untrust Us’, ‘Alice Practice’, ‘Magic Spells’ o ‘Vanished’, además, NME incluyó el disco en el puesto 39 de entre los 100 mejores de la década. Un buen comienzo, sin ninguna duda.

El éxito más claro de su trayectoria les llegaría, sin embargo, gracias a la colaboración de Robert Smith (The Cure) en el tema ‘Not in Love’, de su segundo álbum. También homónimo, aunque conocido sencillamente como II (2010), este disco contenía aciertos de la talla de ‘Celestica’ y ‘Baptism’, que sirvieron de singles, además de piezas como ‘Year of Silence’ –una suerte de remix de Sigur Rós–, ‘Empathy’, ‘Suffocation’ o ‘Intimate’ que reafirmaban la fórmula de Crystal Castles dentro del panorama de la electrónica experimental. Un álbum grabado a caballo entre una iglesia en Islandia, una cabaña construida por ellos mismos al norte de Ontario, un garaje abandonado en Detroit, y el estudio londinense de Pablo “Phones” Epworth. III (2012), por el contrario, evidenció ya ciertos síntomas de agotamiento en el equilibrio estético del sonido de la banda, siendo por una parte su trabajo más vendido pero también el más flojo en cuanto a radicalismo y contraste.

… hasta que llegaron las desavenencias

A un ritmo de disco cada dos años, se esperaba que en 2014 el dúo volviera a lanzar nuevo material al mercado; sin embargo, en octubre de aquel mismo año Alice Glass sorprendió a todo el mundo anunciando en final del grupo debido a su marcha. “Mi arte y mi forma de expresarme siempre han llevado consigo un intento de sinceridad, honestidad y empatía para otros. Por una multitud de motivos, tanto profesionales como personales, no siento que eso sea posible dentro de Crystal Castles”, confesó a través de las redes sociales, aunque la publicación fue borrada casi inmediatamente. Al día siguiente, de hecho, el mánager del dúo declaró a NME que “hay giros y curvas para Crystal Castles todavía, ¡Yo no enterraría al muerto todavía!”. Ethan Kath, mientras tanto, guardaba silencio, pero la polémica había empezado. ¿Seguiría adelante el productor en solitario? ¿Se buscaría a una sustituta?

La respuesta llegaría en abril de 2015, momento en el cual Kath publicó, mediante el perfil de Soundcloud de Crystal Castles, un nuevo tema llamado ‘Frail’. Con la excusa también aprovechó para desear suerte a Glass –“su antigua cantante”, según sus propias palabras– en su anunciada nueva aventura en solitario, probablemente en tono sarcástico, ya que en un principio la declaración continuaba con una importante pulla a la vocalista recordando que ella no había participado en “las canciones más conocidas de Crystal Castles (‘Untrust Us’, ‘Not In Love’, ‘Vanished’, ‘Crimewave’, ‘Vietnam’, ‘Magic Spells’, ‘Air War’, ‘Lovers Who Uncover’, ‘Violent Youth’, ‘Year of Silence’, ‘Intimate’, ‘1991’, etc.)”, y señalando que, aunque mucha gente le atribuía a ella sus letras, no era así y que además le daba igual. Esta última parte del comunicado desapareció también a los pocos minutos, pero al presentar a su nueva compañera, una tal Edith Frances, remató el dardo envenenado desafiando al público a distinguir su voz de la de Glass.

¿Segundas partes nunca fueron buenas?

Finalmente, con dos años de supuesto retraso con respecto al ritmo habitual de publicaciones de la banda, los nuevos Crystal Castles presentaron el pasado mes de agosto Amnesty (I), quién sabe si el primer capítulo de una nueva trilogía. Ya con la nueva vocalista adaptada a la dinámica, y con las aguas menos revueltas en su relación (nula) con Alice Glass, el dúo se ha lanzado a defender su nuevo trabajo en una gira que arrancó el mes pasado en el Reino Unido y que ha llegado esta misma semana a nuestro país. A su actuación del lunes en Bilbao le seguirán sendas apariciones en Madrid (viernes 9) y Barcelona (sábado 10), con entradas todavía a la venta en Ticketmaster, donde están en juego el éxito tanto de Amnesty (I) como del futuro de la propia banda. Aun está por ver si, efectivamente, segundas partes nunca fueron buenas.