Indiemaster

Review

Los mejores discos de octubre

Del shoegaze de DIIV a la electrónica de Floating Points y el indie-rock de Big Thief, pasando por las mayúsculas obras de Nick Cave & The Bad Seeds y Angel Olsen, aquí va una selección de los mejores discos publicados en octubre de 2019.

Con la humilde intención de no dejarnos nada relevante en el tintero, repasamos algunos de los lanzamientos discográficos más destacados de marzo. Una selección que va desde el dreampop de Cigarettes After Sex, el soul de Hannah Williams & The Affirmations y el shoegaze de DIIV a la electrónica precisa de Floating Points, al indie-rock de Big Thief y al rock exultante de Foals, pasando por las inmensas obras de Angel Olsen y de Nick Cave & The Bad Seeds.


Angel Olsen: All Mirrors

Más que una consagración, All Mirrors ha multiplicado exponencialmente el nivel mostrado por Angel Olsen en todas sus anteriores entregas. Se preveía un salto grande, pero este ha sido estratosférico. El álbum es a la vez un extraordinario ejercicio de sinceridad consigo misma y un tratado ya imprescindible de pop barroco. Los arreglos de cuerdas y la envoltura de sintes no hacen sino elevar aún más la voz atemporal y camaleónica (podría ser Billie Holliday en ‘Endgame’, St. Vincent en ‘Too Easy’ y ‘What It Is’, Sharon van Etten en ‘New Love Cassette’) de Olsen. En su trabajo más completo, lujoso y orquestal hasta la fecha, la cantautora norteamericana nos deja joyas incalculables como la fibrosa ‘Lark’, la corrosiva ‘All Mirrors’, la soleada y carismática ‘Spring’, la trotona ‘Summer’ o ‘Chance’, esa balada final que había sido nº1 en 1956, 1973, 1990 o 2006. Se ha hecho eterna.

Angel Olsen actúa en Madrid y Barcelona en enero, con entradas a la venta en Ticketmaster.


DIIV: Deceiver

Si hay una banda a la que se le permite codearse con los mayores, con las grandes referencias de un género como el shoegaze, patrimonio de otros tiempos, esa es DIIV. Recogiendo el testigo de los My Bloody Valentine, Lush y, sobre todo, de Ride, la banda capitaneada por un desintoxicado Zachary Cole Smith ha vuelto con una tercera entrega más maciza que Oshin y Is the Is Are, completando una terna de discos de media más que notable. Las milhojas de guitarra, ese muro de sonido tan característico del género, recuerdan más en este caso a la densidad de los de Kevin Shields, aunque las referencias declaradas han sido formaciones como Neurosis o Deafheaven. Sin alcanzar al grado de redondez y perfección genérica de su última entrega, Deceiver mantiene vivo el shoegaze en la era post-millennial.


Nick Cave & The Bad Seeds: Ghosteen

Nick Cave ha redefinido para siempre el concepto de las fases del duelo. Las ha reducido a dos: la fase Skeleton Tree, de dolor, de vacío desesperado, de culpa y de pérdida; y la fase Ghosteen, donde se explica la reconciliación del hombre con la vida. No significa que el luto haya acabado, sino que el proceso de sanación sigue adelante. A uno de los mayores genios musicales de nuestro tiempo el destino le ha jugado la peor de las experiencias vitales posibles, quizá por ser de los pocos seres humanos capaces de traducir un discurso universal sobre ello para las generaciones futuras. Continuación estética lógica de sus dos anteriores trabajos, Ghosteen presenta a un Nick Cave envuelto casi exclusivamente en pianos, arreglos de cuerda y sutiles trazos electrónicos, donde su voz melódica y profundamente interpretativa brilla como un faro en las tinieblas. Es la fina guía que conduce de lo más lóbrego a la luz al final del túnel.


Big Thief: Two Hands

Ninguna banda de la familia del rock ha editado últimamente tanto material tan bueno en tan poco tiempo como Big Thief. Los cuatro álbumes que han publicado en apenas tres años y medio constituyen el catálogo musical más sólido del lustro, convirtiendo a la formación neoyorquina en el claro referente actual del género indie-rock. Two Hands es el “mellizo terrenal” de U.F.O.F., su inmediato predecesor, el “celestial”. Y, frente a la burbuja en la que nos sumergía éste, su sonido, efectivamente, es más expansivo y soleado. En una relación platónica, más vivo y real. Puede que con el tiempo ambos trabajos se acaben solapando: son dos mitades destinadas a complementarse. Ahora bien, este álbum será recordado por contener ‘Not’, posiblemente la mejor canción compuesta por Adrianne Lenker y compañía hasta la fecha, y uno de los temas del año. Vibrante y fibrosa, rasgada y corajinosa, expresa la lucidez y el retorcimiento de la compleja pero fascinante personalidad musical de Big Thief.

Big Thief actúan en Madrid y Barcelona en febrero, con entradas a la venta en Ticketmaster.


Floating Points: Crush

Originado a partir de la experiencia que supuso para Sam Shepherd telonear a The xx en conciertos de 20.000 personas, y construido con una serie de nuevos instrumentos que se ha agenciado el inglés, Crush, el segundo álbum bajo la firma Floating Points, parece más bien el fruto del ansia de exploración que del final de ese mismo proceso. Sin la coherencia y brillantez narrativas de Elaenia y Reflections – Mojave Desert, el álbum presenta algunas de las características propias de Shepherd como productor: su gusto por lo clásico, la precisión quirúrgica y unos puntos de fuga siempre abiertos que permiten la entrada de luz y aire. Curiosamente, el propio Shepherd ha definido su nuevo material como “agresivo y obtuso”, mostrándose no del todo satisfecho con el resultado. Tal vez cuando tenga más maña con sus nuevos aparatos, el resultado sea más redondo. No obstante, por temas como ‘Falaise’, ‘Last Bloom’, ‘LesAlpx’ o ‘Sea-Watch’, ya merece la pena.


Foals: Everything Not Saved Will Be Lost Part 2

Si Everything Not Saved Will Be Lost Part 2 podía mostrar síntomas de estancamiento o, peor aún, de falta de ideas frescas y energía natural por parte de sus autores, esta segunda parte niega por completo la mayor. La terna de arranque es una avalancha de rock moderno, con el sello inconfundible de unos Foals en el punto álgido de su mejor estado de forma. ‘The Runner’, uno de los mejores temas firmados por los de Oxford, tiene épica y segrega poder; ‘Wash Off’, la inspiración matemática, finísima pero en tsunami; y ‘Black Bull’ directamente es pura dinamita estallando. En apenas 40 minutos, los ingleses completan el círculo de un trabajo redondo al cerrar con dos temas más del tipo etéreos-emocionales: ‘Into the Surf’ y la gigantesca ‘Neptune’. Más material de artillería pesada para uno de los directos más imbatibles del mercado musical.


Hannah Williams & the Affirmations: 50 Foot Woman

Cuando Jay-Z sampleó ‘Late Nights & Heartbreak’, la canción titular del segundo álbum de Hannah Williams, en el tema ‘4:44’ que daba nombre a su hasta ahora último disco, puso el nombre de la inglesa en órbita. Con un genuino sonido soul apoyado en la banda The Affirmations, y producido por Shawn Lee, 50 Foot Woman es la reválida que necesitaba Williams para empezar a brillar con luz propia. Visceral, vibrante y emocionante, revestido de acertados coros y de una instrumentación ajustada, bebe de los clásicos pero desprende un aroma personal y contemporáneo arrebatador. Desde la garra de temas como ‘50 Foot Woman’ o ‘Tablecloth’ a la elegante pausa de ‘I Feel It’, pasando por la creciente e imparable ‘Sinner’ o la serpenteante ‘What Can We Do?’. Tal vez el hondo vacío que dejó Charles Bradley con su partida tenga ya nueva inquilina.


Cigarettes After Sex: Cry

Al acabar su concierto en el pasado Primavera Weekender, la gente se preguntaba en tono jocoso “¿qué tal la canción de Cigarettes After Sex?”, como si el valor de la repetición se le hubiera vuelto en contra a Greg González y compañía. Es verdad, los tejanos han presentado un segundo álbum, Cry, con idéntica temática, textura, ritmo, melodías y atmósferas que su debut homónimo de hace dos años. Pero, ¿acaso alguien esperaba algo distinto? La extraordinaria e imperturbable burbuja de confort que edifican a base de dreampop ambiental necesita continuidad y homogeneidad; si no, se rompería en encantamiento. Y, en ese sentido, nos siguen embelesando esos teclados brumosos, esa batería casi barrida con espíritu slowcore, ese bajo que tiende puentes hacia lo onírico y, cómo no, la voz aguda y sosegada de González bailando con tímidos punteos de guitarra con sabor a luz de luna. ¿De verdad queréis despertar?