Crítica: Foxygen – Hang

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Hang, el nuevo álbum del dúo californiano Foxygen, es una auténtica orgía instrumental orquestal. En apenas media hora despliegan su habitual y variadísima paleta de sonidos y géneros, y ese espíritu hedonista que tan fielmente expresan en sus directo. La vida es hermosa.

Durante la presentación mundial del irrefrenable acto de exuberancia que es …And Star Power, tercer álbum de los californiano Foxygen, el dúo declaró en repetidas ocasiones que se trataba de una gira de despedida, dejando entrever su más que posible separación. Jonathan Rado, de hecho, había arrancado ya previamente una carrera en solitario publicando en 2013 Law and Order con Woodsist, el sello de Jeremy Earl (Woods), por lo que nadie puso en duda la veracidad de tan terrible posibilidad. El caso es que al final no se han separado: quizá simplemente se han arrepentido o, tal vez, han sufrido una nueva y súbita inspiración divina conjunta y no han podido echar el cierre antes de transformarla en una última publicación. Si fuera así, Foxygen se estarían despidiendo con el que es, en opinión de esta casa, su mejor trabajo.

Hang apenas dura media hora, ¡pero qué media hora! Aparte de ser una auténtica orgía orquestal instrumental, es un festival de sonidos, ritmos, géneros y referencias culturales magistralmente bien filtradas a través del maduro lenguaje musical propio de la banda. No son elementos extraños en su fórmula, característicos de sus anteriores y siempre ricas y voluptuosas entregas, pero sí componen la mejor, más completa y concreta manifestación del universo creativo de Foxygen. De una riqueza instrumental incalculable, Hang supone la cumbre de una banda que ha logrado actualizar multitud de corrientes musicales clásicas (principalmente de los años 70 y 80): desde el soul blanco al rock experimental, pasando por el pop glam y barroco, ciertos elementos del funk, del rythm and blues y de otros estilos de música negra como el góspel e, incluso, cerca de algunas de las bases del pop-rock moderno que nació en los años 50.

Prácticamente cada una de las ocho piezas conforma por sí sola un rico universo con historia y vida propias. En ocasiones hasta parecen no ser lo suficientemente grandes como para dar cabida a tanto género y referencia a la vez: como ocurre, por ejemplo, en ‘Avalon’, en ‘America’ y en ‘Upon the Hill’, cortes que mutan constantemente y combinan sorprendentes pasajes de diversas raíces. El primero mezcla un soniquete de pianola, swing, easy listening y big band en las estrofas con un toque a ABBA en el estribillo, con un segmento central acelerado que podría bailarse con zapatos de claqué y con un final protagonizado por un imponente saxo –parece mentira que no dure ni cuatro minutos–. El segundo, un auténtico escándalo de tema, cambia completamente de tercio cada 30 segundos, pasando del plano crooner navideño a la oda monumental, con un intermedio instrumental –una batalla de escalas tremenda– de lujo, para acabar en una mezcla de swing y pop veraniego muy sofisticado y carnal. Y el tercero, en apenas minuto y medio, se transforma a cada compás convirtiendo paulatinamente un inicio bastante Nick Cave en un final casi circense.

La vida es hermosa (y divertida)

Ante todo, Hang es un disco entusiasta y muy divertido, lleno de espíritu vacacional, hedonista y vividor, que arranca con la refrescante y translúcida ‘Follow the Leader’, una sensacional pieza de soul resplandeciente que parece darnos la bienvenida al Pacific Princess, el barco de Vacaciones en el mar. Una extraordinaria máquina de generar buen humor. El desglose pantagruélico de arreglos instrumentales continúa en las ya descritas ‘Avalon’ y ‘America’, pasando por la exultante ‘Mrs. Adams’, para desembocar en ‘On Lankershim’: una joya que nace en tono country –con steel guitar de fondo y todo– para acabar expandiéndose sin límites ni fronteras. No hay palo que no toquen.

Trauma’, desde un planteamiento que mezcla soul con un tipo de pop hinchado y un final muy folky épico, y ‘Rise Up’, un tema que podría regirse por los axiomas de Queen o de cualquier musical, cierran el álbum de manera grandiosa; y, para cuando eso ocurre, parece mentira que tan solo haya pasado media hora. ¡Pero qué media hora! Hang lo tiene todo: ritmo, diversión, multitud de géneros y estilos distintos, un despliegue vocal y coral que sabemos que trasladan al escenario, ensalzamiento de la vida y de los placeres, un desparrame instrumental de órdago y, en general, la sensación de que puede erigirse como el punto de apoyo necesario que decía Arquímedes para mover el mundo. Un punto de apoyo que todos necesitamos de vez en cuando. En vez de vitaminas, Hang, de Foxygen.