Crítica: Nada Surf – Peaceful Ghosts

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Tras publicar, sin pena ni gloria, You Know Who You Are, su séptimo álbum de estudio, Nada Surf remontan el vuelo con el lanzamiento de un disco grabado en directo con una (realmente dos) orquesta sinfónica. No traerán los arreglos a la gira que llevarán a cabo este mes en España, pero han dado en el clavo con Peaceful Ghosts.

El nuevo disco de Nada Surf confirma las sospechas que todos teníamos y la mejor de las hipótesis ante su evolución: que la banda se encamina voluntariamente hacia los plácidos terrenos del pop-rock más benevolente. Peaceful Ghosts es un álbum grabado en directo este verano con la colaboración de la ORF Radio Symphony Orchestra (Viena) y la Babelsberg Film Orchestra (Berlín) mientras presentaban su ahora penúltimo álbum, You Know Who You Are, seguramente uno de los más flojos de toda su carrera. Se trata, por tanto, de una selección de canciones recopiladas de toda su trayectoria presentadas con impresionantes arreglos orquestales en directo. Sin embargo, el disco no se corresponde con una mezcla equilibrada de sus más de 20 años de trabajo, sino que dirige la atención del público hacia la última fase de la trayectoria de la banda, en la que su fórmula ha sufrido cambios irreversibles y evidentes: transformaciones que básicamente se resumen en haber limado asperezas y haber abandonado la entonación alternativa paulatinamente. Hace mucho tiempo que Nada Surf no son grunge ni tienden a ello, pero con el planteamiento de su última obra se han afianzado descarada y totalmente como banda de pop-rock.

Si atendemos en primer lugar al contenido seleccionado es fácil apreciar esta idea: cuatro de las 13 canciones presentes provienen de su último disco, y hay otras cinco extraídas de los tres álbumes que Nada Surf ha publicado entre 2005 y 2012, quedando apenas cuatro temas como reducida representación de sus primeros y más estimulantes años. De hecho, no han incluido ninguna pieza de su celebradísimo álbum de debut, High/Low, muy lejano ya a tenor del camino recorrido por los norteamericanos. El detalle de no incluir en este álbum una versión orquestada de ‘Popular’ –sin duda su canción más valorada–, cuando sigue siendo un tema que no pueden no tocar en un concierto, ejemplifica mejor que nada la voluntad de Nada Surf de priorizar su actual estado de creatividad. Incluso podríamos afirmar que de aquellos discos pretéritos a los que apenas han recurrido han extraído los temas más en la línea que siguen ahora: la melódica ‘80 Windows’ – y no las cañeras ‘Hyperspace’, ‘Mother’s Day’ o ‘Bacardi’ – de The Proximity Effect y varias de las más blanditas de su siguiente trabajo, Let Go. Nos puede gustar o no, dar nostalgia o no, pero con esta selección transmiten una coherencia intachable.

Borrón y cuenta nueva

Por otra parte, lo interesante de Peaceful Ghosts es apreciar el resultado de la unión entre una banda de pop-rock y una orquesta sinfónica. No es la primera vez que esto ocurre, ni muchísimo menos, pero hay que destacar que el invento ha logrado dignificar un material, el de la última fase de la banda, que de otra forma habría permanecido y/o pasado rápidamente al olvido. Por eso tienen especial valor las versiones de los temas más recientes: como ‘Believe You’re Mine’, cuya linealidad en la versión original se compensa con majestuosos revoloteos de vientos y cuerdas; ‘Rushing’ y ‘Out Of The Dark’, cuyos nuevos arreglos las elevan a una categoría casi imperial; o la dylanescaAnimal’, que gana cuerpo y credibilidad. En cualquier caso, los arreglos orquestales funcionan especialmente bien en temas que ya de por sí presentaban ciertas dosis de carisma: en ‘Beauteful Beat’, con ese final tan soberbio; en ‘When I Was Young’, que compagina la sutileza de la primera mitad, protagonizada por unos arreglos que acrecientan la expectación, con una segunda mitad altiva y glorificada; en ‘Are You Lightning?’, la pieza final, cuyos arreglos evolucionan de forma progresiva hasta invadirlo todo; o en la ya mencionada ‘80 Windows’, donde el planteamiento emocional se ve drásticamente enriquecido.

Con todo, es posible que la pieza más mejorada, la que mejor funciona o la que tiene, quizás, los arreglos más espectaculares, sea ‘The Fox’: una canción extraída de Lucky, que nunca ha llamado especialmente la atención, convertida en auténtico hit gracias a la fórmula de este álbum. La interpretación del tormento, por parte de la orquesta, es realmente notable: mezclados con la típica distorsión de la guitarra de Matthew Caws, los arreglos intervienen siempre con mucha fuerza, alcanzando cotas de excelencia en el tramo final. Atiendan, por favor, a los tirabuzones de ese viento agudo que se elevan entre los violines durante el último minuto y medio. Lo mejor del álbum, sin duda alguna, y el grito del público al acabar es la mejor muestra de ello. No en vano el tema se ha colocado como epicentro del disco, como punto álgido de una conexión que, si bien no es en absoluto original de Nada Surf, le ha revertido cosas muy positivas. Con una carrera en línea descendente, más allá de si es debido o no a su transición desde el rock alternativo al pop-rock, esta acción pone en valor el concepto musical de Nada Surf, aunque en dicho ejercicio se hayan olvidado claramente de sus orígenes. Bien por ellos.